Recientemente, algo aún más fascinante ha ocurrido. A pesar de que la Reserva Federal inició un proceso de normalización monetaria en septiembre con una reducción de tasas acumulada de 75 puntos básicos hasta el momento, los rendimientos de los bonos han regresado al alza desde ese momento. Esto ha sido impulsado por una serie de factores, como la resiliencia de la economía estadounidense, donde hemos visto indicadores de crecimiento sólido, aunque no tan alto como en el segundo trimestre, respaldado por un consumidor estadounidense que sigue demostrando fortaleza.
En paralelo, las presiones inflacionarias “han vuelto” a ser un tema relevante, particularmente por la renuencia de la inflación a converger rápidamente al objetivo del 2% de la Reserva Federal. Todo este contexto, de hecho, y recientemente, ha llevado a Jerome Powell, presidente de la FED, a señalar que no hay prisa en cuanto al proceso de normalización.
Es imposible pasar por alto también el llamado "Trump Trade" y sus posibles efectos. La reelección de Donald Trump ha generado expectativas de políticas fiscales expansivas que podrían ejercer una presión alcista sobre los rendimientos. Por un lado, las deportaciones y tarifas arancelarias propuestas podrían tener efectos inflacionarios, lo cual limitaría el margen de maniobra de la FED para seguir normalizando la política monetaria. Por otro lado, una política fiscal expansiva en un contexto de altos niveles de deuda y déficit fiscal probablemente incrementará la prima de riesgo, requiriendo una mayor compensación para los poseedores de bonos.
Esta suma de factores ha generado que, durante la mitad de noviembre, los rendimientos del bono estadounidense a 10 años finalmente rompieran al alza la estructura bajista que mantenían desde finales de 2023. Esta ruptura plantea dos grandes preguntas: ¿cuándo podrá impactar al mercado de acciones? y ¿cuál es el potencial de los rendimientos hacia adelante?
En cuanto al mercado de acciones, estas se han mantenido respaldadas principalmente debido a que la nueva administración Trump se percibe como pro-negocios, con promesas de menos impuestos y menos regulaciones, lo cual podría ser positivo para las empresas. Sin embargo, un mayor costo del dinero eventualmente podría afectar las valuaciones, dado que el aumento en los rendimientos tiende a desincentivar el crecimiento económico y, además, incrementa el costo de descontar los flujos de caja futuros. A pesar de ello, considero que el S&P 500 aún podría alcanzar los 6,100 puntos, ya que la narrativa pro-negocios podría tener un impacto dominante en el corto / mediano plazo.
En el mercado de renta fija, la ruptura de los rendimientos del bono a 10 años sugiere que podríamos estar en camino hacia el nivel psicológico del 5%. Si las políticas de Trump descarrilan de alguna manera las presiones inflacionarias, podríamos incluso ver un avance más allá del 5%, donde el único siguiente nivel de relevancia es por encima del 6% en torno al 6.2%. Este escenario obviamente dependerá en gran medida de cómo se implementen dichas políticas y de la magnitud de su impacto en la inflación.
En resumen, el reciente aumento en los rendimientos de los bonos estadounidenses está moldeado por una combinación de resiliencia económica, expectativas de políticas fiscales expansivas y una Reserva Federal que, de momento, “no tiene prisa” por reducir tasas. Todo esto nos sitúa en un contexto donde el costo del dinero parece que se mantendrá estructuralmente más alto, lo que seguirá capturando la atención de los inversores en los próximos meses y años.